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domingo, 15 de marzo de 2015

MUNDO REWILDING: EUROPA (IV).




Vuelvo a retomar la sección Mundo Rewilding, hablando de Europa, después de haber ampliado la información referida al pasado de este continente incorporando muchas de las entradas expuestas en el anterior blog de El Tiempo Que Olvidamos.
A lo largo de todas estas últimas entradas hemos ido viendo algo más en profundidad aspectos sobre cuáles fueron aquellas especies que poblaron el territorio europeo desde el último interglaciar conocido, anterior al actual, pasando además por el último período glaciar y atendiendo a otra cuestión tan significativa como fue la aparición del humano moderno, su evolución cultural, y su más que probable impacto añadido sobre los ecosistemas y la fauna, especialmente en momentos críticos de grandes cambios climáticos.
En el artículo de hoy comenzaremos a determinar cuáles podrían ser esos candidatos actuales para reconstruir, en la medida de lo posible, ecosistemas completos, lo más próximos a un potencial pasado que a día de hoy, hemos perdido a marchas forzadas en una Europa esquilmada en cuanto a espacios y especies representativas, especialmente en lo que concierne a la mastofauna.

viernes, 13 de marzo de 2015

NEOLÍTICO.




Neolítico o Edad de Piedra Nueva (diferenciado así del Paleolítico) es el término empleado para definir un proceso o momento de estado cultural de la Humanidad que se caracteriza por el uso de una nueva técnica de piedra pulida asociada a la aparición de la agricultura y la ganadería.
No se corresponde con un espacio temporal concreto global, puesto que algunas poblaciones llegaron a este estadio en épocas prehistóricas mientras unas pocas ni siquiera lo han alcanzado en la actualidad.
Pero en términos históricos se entiende sobre todo como el momento en que el hombre es capaz de producir sus alimentos con independencia de la caza o la recolección (lo que conlleva a su vez un paulatino sedentarismo en detrimento del nomadismo), y suele estar asociado, o al menos así se ha intentado identificar siempre en el Viejo Mundo, con el cultivo de cereales, la domesticación de ovicápridos y la aparición del uso de la cerámica, generalizándose además los poblados permanentes que, con el tiempo, darán origen a las ciudades y las primeras civilizaciones.
Tomando esta tradicional visión como base, pretendo abordar la entrada de hoy, tratando de recomponer, muy por encima, lo que todavía es un puzle de piezas incompletas a la hora de plasmar un evento que, con toda probabilidad, nos retrotrae a más de diez mil años atrás, a un período que cambiaría, para bien y para mal, y para siempre, nuestra propia historia como especie.

ARTE PREHISTÓRICO (II): ARTE LEVANTINO.




Algo que siempre me ha llamado muchísimo la atención respecto al arte parietal prehistórico, es el enorme salto, a modo de involución, que se produce de las manifestaciones artísticas del período Paleolítico al Neolítico.
Supongo que es ésta una apreciación muy personal y probablemente no compartida por buena parte del público en general. Quizás viene motivada por mi admiración hacia el naturalismo o el hiperrealismo, pero nunca he acabado de entender por qué los humanos del ámbito franco-cantábrico, de hace cuarenta mil, veinte mil o trece mil años, eran capaces de representar un tipo de escenas y figuras que casi ponen la piel de gallina, aun hoy en día, con tal maestría y rozando la perfección en su ejecución, y sin embargo, a partir de la entrada en el Holoceno, el arte que podemos observar cae, a nivel general, en una espiral que poco a poco se va acercando al esquematismo monocromo, geométrico, simbólico, muy abstracto, dótesele de los calificativos que se quiera, pero en definitiva, un tipo representaciones que bien podrían ser efectuadas hoy en día por cualquier niño de parvulario, o como mucho, de primaria…
La entrada al nuevo período Holoceno, hace unos 11.500 años, supuso, como ya sabemos, una serie de cambios a nivel climático, de vegetación y de fauna, pero también de cultura social y material de los hombres y mujeres de la época.

MESOLÍTICO.




Vimos en el último artículo cómo el cambio de Época, la entrada al nuevo período interglaciar conocido como Holoceno, trajo consigo importantes transformaciones tanto en el clima como en el modo de vida del ser humano que, con el paso de los milenios, llegarán a ser muy significativos.
En el post de hoy veremos una aproximación hacia el camino de la domesticación, el cambio de estrategia del hombre en su paso de cazador-recolector a ganadero-agricultor, fijando la atención en una fase primaria, intermedia entre el Paleolítico y el Neolítico, que hoy es reconocida bajo el nombre de Mesolítico, o en algunos casos, como sinónimo, Epipaleolítico.
Abordar el tema del cambio en el modo de vida cazador-recolector a productor ganadero-agrícola, con la posterior evolución hacia otras fases o “edades”, presenta aún, a día de hoy, una problemática en el hallazgo de explicaciones satisfactorias que deja grandes lagunas en el conocimiento del propio pasado de la Humanidad.

sábado, 7 de marzo de 2015

LA LLEGADA DEL HOLOCENO: UN CAMBIO DE ÉPOCA.




Aunque el estudio del paleoclima de La Tierra revela que el proceso de cambio para el final de la glaciación de Würm y la entrada a un nuevo período interglaciar fue progresivo y constante ya desde finales del máximo glacial, apreciándose un aumento de temperaturas medias en torno a 1’5 º por milenio, el punto de inflexión que transformó drásticamente esa dinámica vino a producirse, como explicaba en un post anterior, hace unos 12.900 años, creyéndose actualmente que fue la caída de un gran meteorito conocido como “Cometa Clovis” lo que provocó una aceleración hacia el tránsito definitivo.
La reacción en cadena, los efectos de esa caída sobre nuestro planeta, se tradujeron en una serie de cambios y catástrofes naturales acumuladas, de enorme magnitud, producidos en lo que sin duda fue un brevísimo espacio temporal, al menos geológicamente hablando.
Si en un principio los efectos derivaron en un retorno a las duras condiciones glaciares de milenios anteriores, la consecuencia final de tales alteraciones fue precisamente la opuesta, produciéndose algún evento que liberó las corrientes oceánicas o incluso propició fenómenos como seísmos, vulcanismo y hasta el movimiento de la corteza terrestre, haciendo que el deshielo tomara una velocidad vertiginosa, modificando así la configuración de buena parte de las tierras del planeta y sus climas.
Según la Carta Estratigráfica Internacional el inicio de este cambio drástico a un nuevo ciclo tuvo una fecha muy definida, hace ahora exactamente 11.784 años.

jueves, 5 de marzo de 2015

ARTE PREHISTÓRICO (I): ARTE PALEOLÍTICO.




Imagino que, como el que les habla, cualquier persona acostumbrada a practicar el dibujo y la pintura se habrá dado cuenta a lo largo de su vida que un hecho que ocurre con relativa frecuencia es el de ver, imaginar o proyectar formas, en cualquier superficie, condicionadas por una temática que ocupe nuestros pensamientos en una determinada época.
De niño me fijaba a menudo en el estucado de la pared blanca de mi casa, en él mi imaginación descubría innumerables figuras de animales, que se superponían, y eran tan evidentes que no comprendía como resultaban inapreciables para los demás. Hubiera apostado a que les habían dado forma con toda la intención. Una cabeza de leona aquí, un caballo allá, un hipopótamo siguiendo esta línea, un oso siguiendo aquella otra…
Lo mismo ocurría cuando observaba el mármol del banco de la cocina o del baño, allí se podía apreciar con todo lujo de detalles la majestuosa figura de una jirafa, una cabra, o incluso un leopardo moteado en pleno movimiento.
Ya de adolescente la temática varió un poco, y recuerdo que las soporíferas clases de matemáticas o química en el instituto “alentaban” mi espíritu artístico, y pasaba las horas dibujando en los libros de texto, donde a poquito que me fijara, los espacios entre párrafos, gráficos o ilustraciones, ofrecían un sinfín de posibilidades donde poder apreciar la figura de mis cantantes favoritos, las curvas de Samantha Fox, una guitarra eléctrica, un teclado, etc.
Hoy en día me sigue sucediendo, y observando la mesa sobre la que escribo, distingo claramente entre las vetas de la madera la cabeza de un gran jabalí, con su ojo incluido…
Es evidente, pues, que cuando nuestros antepasados pintaron en las cavernas sintieron esa misma sensación en innumerables ocasiones, y en aquellos relieves y sombras que observaban a la luz del fuego, en sus largas noches de invierno, imaginaron y proyectaron aquella temática que era el centro de atención de su visión cotidiana, la caza de los grandes mamíferos y los misterios de la reproducción.
Pero, por encima de debatir acerca de las diversas interpretaciones del arte parietal, la inquietante pregunta al respecto que siempre queda en el aire y atormenta mi mente es; ¿por qué a partir de cierto momento y no antes?...De momento no existe respuesta fidedigna.

Veamos pues unas pinceladas breves acerca del primer arte de la humanidad.

CINCO GRANDES PASOS DE LA HUMANIDAD.



Quizás el bipedismo constituye hoy en día el principal motivo para considerar como “humano” a aquel ancestro que se irguió definitivamente para caminar (en toda la acepción del término) por el proceso evolutivo que finalmente desembocó en el sapiens moderno o ser humano actual.
De algún modo, fue la adopción de la posición totalmente erguida lo que llevó a la Humanidad hacia un salto significativo en su proceso de desarrollo específico, determinado por avances que aún hoy siguen su curso.
Desde entonces se han conseguido, al menos a mi juicio,  otros cinco grandes pasos de “lo humano” que por su alcance, pueden ser entendidos como los más relevantes, ya que posteriormente desembocarían en un sinfín de logros menores, aunque no por ello menos importantes.


Encuadrados hoy en unos períodos concretos, estos grandes pasos no surgieron de repente, perfectamente estructurados o establecidos, sino que seguramente fueron el resultado de una tradición anterior, menos significativa, que fue poco a poco afianzándose y alcanzando mayor relieve hasta constituir el definitivo avance.

miércoles, 4 de marzo de 2015

MAGDALENIENSE: EL TARDIGLACIAR.




Hace 18.000 años el clima glacial comenzó a cambiar de forma lenta, pero progresiva.
Superada la fase de mayor frío conocida en el planeta para los últimos ciento ochenta mil años, el calentamiento de La Tierra fue aumentando durante el transcurso de los milenios siguientes, favoreciendo el retroceso de las masas de hielo que habían ocupado extensas zonas de continentes como Europa.
No fue éste, por tanto, un fenómeno abrupto, ni mucho menos, sino el resultado de varios miles de años que, poco a poco, iban permitiendo el asentamiento de climas algo más húmedos, aunque todavía muy frescos, que propiciaban la expansión del bosque, al menos en nuestra península.
Los descendientes cromañones de aquellos solutrenses acantonados en la Europa Occidental durante el máximo glacial, fueron expandiendo gradualmente sus poblaciones por el continente, aprovechando los nuevos pasos generados por el deshielo.
Esta adaptación de la base poblacional europea a la nueva situación, tuvo como consecuencia la aparición del tecnocomplejo Magdaleniense, datado entre 17.000 y 12.000 B.P., que toma su nombre del yacimiento francés de La Madeleine, y que estuvo caracterizado sobre todo por lo que parece ser un notable aumento poblacional que ha llevado a algunos autores a considerar esta cultura como la “primera civilización” europea, por extenderse más allá de su núcleo original en el suroeste francés para desarrollarse desde la costa atlántica portuguesa hasta las tierras interiores de la República Checa.

SOLUTRENSE: EL MÁXIMO GLACIAL.


Tras el establecimiento del humano moderno en Europa, la fauna del continente había variado de forma considerable, coincidiendo además con la llegada del máximo glacial.
El hombre de Neandertal, dueño y señor del suelo europeo durante más de doscientos mil años, había sido pillado en horas bajas de supervivencia al límite, lo que en un espacio de alrededor de quince milenios de expansión sapiens por el continente le llevó a la desaparición, por competencia y asimilación con sus parientes "recién llegados".
El humano moderno había conocido, con posterioridad, cierta homogeneidad cultural bajo el tecnocomplejo hoy denominado Gravetiense (30.000/22.000 B.P.), en un período en que, presumiblemente, neandertal estuvo ya ausente.
Pero hacia 22.000 B.P. aquel humano moderno establecido plenamente en Europa conoció el momento más frío que ha soportado el continente en los últimos ciento ochenta mil años.
El descenso en picado de las temperaturas medias llegó entonces a diez grados por debajo de las actuales y la masa de hielos glaciares se extendió hasta ocupar casi por completo las Islas Británicas, alcanzando áreas muy hacia el sur de la actual Alemania.
Del mismo modo, los glaciares de las principales cadenas montañosas del continente aumentaron su tamaño, siendo considerables los de los Alpes, que casi llegaban a conectar con los hielos continentales de Alemania, prolongándose además por el sur hasta la costa del Mar Mediterráneo.
Este fue el período que hoy ha quedado como imagen típica de la popularmente conocida como Edad del Hielo, el tiempo de los mamuts, de los rinocerontes lanudos, los renos, los saigas y bueyes almizcleros.
El tiempo del hombre del hielo...

martes, 3 de marzo de 2015

OTROS CARNÍVOROS DE TAMAÑO MEDIO.




Finalizaré la exposición de los carnívoros citando muy por encima algunos de tamaño “medio”  presentes en Europa durante los últimos ciento veinticinco mil años.
De entre todos ellos destaca el glotón (Gulo gulo), un mustélido de buenas dimensiones cuyo peso puede alcanzar incluso los treinta kilos.
Aunque actualmente sólo habita la taiga y la tundra del extremo norte, sus poblaciones europeas llegaron a tener una distribución que se extendió hasta la mitad norte de la Península Ibérica durante el máximo glacial.

CÁNIDOS.




Los cánidos no han sido componentes que hayan salido muy malparados en la evolución y distribución "reciente" de la fauna europea.
Seis han sido las especies de este género que han habitado el continente europeo durante los últimos cien mil años. Sólo una de ellas se extinguió a principios del Holoceno, el cuón, mientras que las otras cinco; lobo, zorro, zorro ártico, chacal dorado y perro mapache, siguen viviendo todavía en tierras continentales.
El lobo (Canis lupus), evolucionado desde formas ancestrales como etruscus o mosbachensis, estuvo presente en Europa desde el Pleistoceno Medio, aunque a lo largo de tan extenso período tendría con toda probabilidad cierta variación subespecífica.
Este cánido puede considerarse en la actualidad como el gran superpredador europeo, aunque su distribución geográfica en el presente dista mucho de la que tuvo hasta hace tan sólo ciento cincuenta años.
La relación competitiva entre el hombre y el lobo en Europa, desde tiempos inmemoriales, forma parte de la misma tradición cultural, por todos bien conocida.