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lunes, 2 de febrero de 2015

LA LLEGADA DE HOMO SAPIENS A EUROPA: EL INICIO DE UN TIEMPO NUEVO.






A escala geológica quince mil años son apenas un suspiro, un pequeño intervalo de tiempo en los más de cuatro mil quinientos millones de años de antigüedad del Planeta Tierra. 
Sin embargo para el ser humano suponen casi una eternidad. Baste tener en cuenta, por ejemplo, la duración de una generación, que tradicionalmente se enmarca en el lapso temporal de veinticinco a treinta años, resultando que en una centuria, y según momentos de la historia, puede haberse dado el caso de hasta cuatro generaciones distintas, que serían cuarenta en mil años, cuatrocientas en diez mil y seiscientas en quince mil…
Pues bien, quince mil años son el espacio temporal que encuadra un período de la humanidad que transcurrió en Europa hace ahora hace entre 40.000 y 25.000 años.
Los restos fósiles humanos, siempre escasos, vienen acompañados por material arqueológico, por estudios palinológicos y paleontológicos, que pueden ayudarnos a recomponer hasta cierto punto el conocimiento de un tiempo que se prolongó tanto, que supera en mucho al que ha transcurrido entre el surgimiento de la agricultura-ganadería y nuestro presente, y que en cualquier caso, a fecha de hoy, sigue dejando un hueco, un vacío de enormes proporciones que apenas puede aproximarnos a la realidad de aquel tiempo olvidado.


La dualidad Musteriense-Auriñaciense encajó bien en la forma simplista de estructurar dos modelos culturales que, atendiendo a los dos tipos humanos entonces existentes en Europa, parecía cuadrar a la perfección. Pero los mismos arqueólogos inciden en el hecho de que más que culturas o etnias adscritas a unos determinados períodos, la industria lítica o las manifestaciones artísticas de los humanos prehistóricos deben entenderse mejor como tecnocomplejos, usos y prácticas de una tradición que pudieron ser empleados por multitud de “culturas” y etnias en un lapso temporal amplísimo y, por ende, extremadamente diverso.
Lo que a grandes rasgos sí podemos aventurar es que esos quince mil años supusieron el fin de un “tiempo”, el tránsito de un mundo hasta entonces particular hacia otro nuevo, en que las condiciones imperantes iban a cambiar de forma sustancial.

El ser humano moderno u Homo sapiens había salido del continente africano hace ahora unos 100.000 años, coincidiendo con el inicio de la última glaciación. La extrema aridez, provocada por el aumento de los hielos, debió producir una crisis poblacional en las sabanas africanas que poco a poco irían notando los efectos, llevando a sapiens a la migración transcontinental.


H. sapiens llegó pronto al Próximo Oriente, y allí pudo adaptarse a ecosistemas esteparios a los que neandertal no estaba tan preparado, y probablemente siguiendo a las manadas de herbívoros, arribó a Europa Oriental hace 45.000 años, donde parece comprobada su presencia en Kostenski (Rusia). No es descartable incluso que accediera a la Península Italiana desde el norte de África, a través de pequeñas escalas marítimas en una costa entonces mucho más próxima entre ambos continentes, tal y como parece sugerir la existencia de restos humanos modernos o sapiens de hace entre 45 y 43.000 años en Grotta del Cavallo (sur de Italia) a partir de nuevas dataciones), y es que no podemos olvidar que H.sapiens supo apañárselas para llegar hasta Australia hace 60/50.000 años, vía marítima, desde la plataforma continental de Sundalandia.
Por lo tanto la llegada de H.sapiens a Europa hay que contemplarla como la de una nueva “especie” adaptada a las nuevas circunstancias, como parte del relevo faunístico de especies de clima más frío o estepario, véanse mamuts, rinocerontes lanudos, renos, saigas, etc.
Comenzó ocupando los espacios inhabitados o poco frecuentados por neandertales, las llanuras esteparias frías de Europa y aquellas cadenas montañosas donde neandertal ya no estaba presente o era muy escaso.



Sin embargo, y en contra de lo que muchos autores han mantenido hasta hace bien poco, el estudio del hombre de neandertal nos está revelando a un tipo humano avanzado y equiparable en todos sus aspectos a nosotros. No me canso de hacer hincapié en cómo sigue planeando sobre él la sombra del estereotipo de humano menos evolucionado, incapaz de presentar características u obtener logros exclusivamente atribuibles a sapiens modernos.
A neandertal se le había negado incluso la capacidad del habla, y han tenido que ser descubrimientos extremadamente precisos y dificilísimos de obtener los que han terminado por decantar la balanza a favor de este pariente, al que muchos siguen resistiéndose a aceptar como al menos igual de evolucionado que nosotros.
Caigan una vez más en la cuenta de lo extremadamente difícil que es obtener ya no pruebas, sino tan sólo restos de una especie de hace cuarenta mil años o más, en número suficiente como para extraer conclusiones definitivas, y aun así, el empeño y la constancia han dado sus frutos, encontrándose evidencias claras de elementos corporales y pautas de concepción simbólica y artística que prueban que, si se han verificado, eran mucho más comunes de lo que nos pueda parecer.
Y es que, hilando fino, se tuvo que hallar un hueso hioides de la laringe en el yacimiento israelí de Kebara, prácticamente indistinguible de un sapiens moderno, el desarrollo de dos zonas cerebrales relacionadas con el lenguaje en cráneos neandertales de Atapuerca (áreas de Wernicke y Broca), y el mismo gen responsable del habla que en Homo sapiens, el FOXP2, entre la secuencia genética de los neandertales de El Sidrón (Asturias) de hace más de 45.000 años, para comenzar a aceptar entre la comunidad científica la evidencia de que neandertal era capaz de mantener un lenguaje similar al nuestro.

Hombre de Neandertal (Homo neandertalensis).

Y voy a ir más allá, llámenme atrevido si lo desean: ¿Por qué la tremenda explosión cultural de hace 45.000/35.000 años?, ¿qué ocurrió precisamente en las fechas de convivencia entre humanos modernos y neandertales para que se produjese un cambio tan drástico y significativo hasta entonces inexistente?
No me estoy refiriendo exclusivamente a la concepción simbólica, al arte o a la industria lítica, sino que resulta cuando menos sorprendente que pautas encaminadas hacia procesos de domesticación, como el seguimiento de determinadas especies animales, el amplio espectro alimenticio basado en piezas menores como el conejo, la recolección o el marisqueo, estuvieran ya presentes en poblaciones neandertales desde hace 150.000 años (Cueva del Bajondillo-Málaga), y de pronto, tras el contacto con el sapiens moderno, también nos encontramos con las más tempranas evidencias del primer lobo domesticado, o dicho de otra forma, el primer perro, que aparecen en Goyet (Bélgica) hace 32.000 años.
Hasta no hace mucho se pensaba que los primeros indicios de la domesticación del lobo estaban datados en Cayönü (Turquía) hace 9.000 años, después se tomó nuevamente en consideración los restos de niveles zarzienses de Pelegavra (Irán), con 12.000 años de antigüedad, y ahora encontramos probada su domesticación temprana en la Cueva de Goyet (Bélgica) hace 32.000. ¿Qué nuevos descubrimientos harán tambalear la concepción actual en un futuro?
Los procesos tempranos de domesticación no surgen repentinamente en un punto del Oriente Próximo hace doce mil años, como normalmente se cree, sino que son el fruto de una tradición o pautas ancestrales.  Para Testart (1982), por ejemplo, la verdadera revolución acontece antes de la domesticación plena de los recursos, siendo la agricultura y la ganadería parte de un proceso prehistórico muchísimo más amplio que al final desemboca en una dependencia total de los domesticados en el Neolítico, existiendo incluso claras evidencias de patrones sedentarios desde al menos fases tan tempranas como hace 17.000 años en Egipto.
Los sistemas económicos de rendimiento aplazado basados en la caza, pesca y recolección, presentan un nivel de desarrollo y complejidad equiparable al de los primeros productores de alimentos. Y esto debió ser así seguramente desde tiempos solutrenses y magdalenienses.

Perros y caballos

No nos resulte tan extraño, pues, que prácticas de seguimiento de especies determinadas y el amplio espectro fueran ya una pauta común entre los neandertales, y que de ellos aprendieran los sapiens, que más tarde, llevaron al extremo esta circunstancia dando origen a la domesticación en Oriente Próximo, mientras que estas novedades agrícolas-ganaderas, pese a la bonanza climática de otras zonas del mundo en que sapiens habitó  (la mayor parte de África y Asia), fueron importadas allí en milenios muy posteriores, hasta el punto de que todavía hoy en muchos de estos territorios siguen existiendo comunidades cazadoras-recolectoras.
No les escandalice tampoco que cada vez con más frecuencia aparezcan pruebas de estos indicios de un temprano proceso de seguimiento y control de las especies durante el Paleolítico Superior de Europa, como las placas y bastones perforados de La Quina, usados supuestamente como arneses de caballos, o los desgastes dentarios de incisivos en fósiles equinos del mismo yacimiento y en el de Le Placard, paleopatologías dentarias conocidas en las formas domesticas actuales, desgastes anormales que son considerados como “vicios de establo”, o las mismas representaciones paleolíticas en las que aparecen caballos portando lo que parecen arcaicos arneses, sogas, e incluso representaciones de cerramientos para el control de los équidos, así como pelajes distintos entre los componentes de la manada (incluso a grandes manchas) que sugieren un temprano proceso de “domesticación”.

Venus gravetiense.
En definitiva, una gran explosión cultural, tecnológica, simbólica y hasta de uso de los recursos, que se gesta a partir del contacto poblacional entre sapiens y neandertales, en un período de unos 15.000 años en Europa.
Pero, visto lo visto, ¿barrió del mapa a neandertal un sapiens menos vigoroso físicamente hablando, que apenas empleaba algunos pigmentos ocres sobre huesos y realizaba toscos grabados sobre los mismos en su zona de dispersión, o por el contrario, este último se benefició del contacto con la cultura neandertal que ya usaba plumas y pinturas como adornos corpóreos, pintaba en las cavernas, enterraba a sus muertos, rendía culto al oso cavernario, y hasta pudiera ser que gozara ya de la música a través de sencillos instrumentos?...




¿Por qué se extinguió entonces el hombre de neandertal?...









Crédito de imágenes:

Foto 1: Archivo libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 2: Archivo libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 3: Miguel Llabata.
Foto 4: Archivo libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 5: Archivo libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Archivo libre de derechos de Wikimedia Commons.

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